Estoy seguro que no soy el único que se hace esta pregunta, es más, estoy seguro que nos hacemos la pregunta y aún así, hacemos lo mismo de aquello que nos quejamos. Así que creo que esto aplica para todos, incluyéndome obviamente: ¿Qué nos cuesta ser decentes?

Quiero pensar que la inmediatez, el anonimato, la saturación, todo esto influye en que tratemos nuestras conversaciones, o encuentros, aunque sean virtuales, justo como no quisiéramos que nos trataran a nosotros. Porque también quiero pensar que no fuimos educados así, que en realidad nos enseñaron que la otra persona es tan importante como nosotros, siente, piensa y es de carne y hueso, como nosotros, entonces lo que hagamos claramente tiene una consecuencia, aunque prefiramos ignorarla.

¿Entonces porque actuamos como actuamos?

La verdad es que vivimos en un mundo que de alguna manera deshumaniza nuestras acciones y pensamientos, parece que nuestros contactos humanos son transacciones, y a veces queremos hacer de estas algo rápido y económico, a costa de lo que sea. Lo malo es que no nos damos cuenta que ese «lo que sea«, son sentimientos y pensamientos humanos, de gente que muy probablemente sufra las consecuencias (lo acepte o no) y termine replicando la acción, volviéndose un círculo vicioso, que de alguna manera, crea la realidad en la que vivimos todos los días.

Esto me regresa a la pregunta inicial, realmente, seamos honestos, realmente, ¿qué nos cuesta ser decentes?, ¿qué nos cuesta decir no, cuando no nos gusta o no queremos algo?, ¿qué nos cuesta decirlo cuando cambiamos de opinión (que se vale)?, ¿qué nos cuesta avisar si no vamos a poder cumplir algo que prometimos?, ¿qué nos cuesta ser honestos (cuidando obviamente las formas, ya que en realidad no buscamos dañar a nadie)?, ¿qué nos cuesta contestar?, ¿qué nos cuesta saludar?, ¿qué nos cuesta por un momento pensar en el otro, y dejar de pensar en uno mismo?

Si al menos, lo probáramos, estoy seguro que nos daríamos cuenta, que no mucho. Que en realidad al contrario, el dejar de preocuparnos tanto por nosotros mismos, sería un aliviane, y si somos honestos, también descubriríamos que el hacer algo bueno por los demás, nos hace sentir bien, el tomar en cuenta al otro (que no significa tener que hacer lo que no queremos hacer), nos reconforta, al reconfortar a la otra persona.

¡Piénsalo!